Una mujer tiene en su mano una llave que aún no sabe dónde usar, ni en qué puerta, ni en qué abertura. Solo sabe que abre y cierra. Cree que primero tiene que cerrar para poder abrir, pero tiene mucho miedo –aunque no lo reconozca-. ¿A qué? Alguna vez estuvo encerrada, alguna vez creyó que nunca iba a poder salir a la luz, a la calle, a su propia libertad. Pudo pero no sola. Había una voz de entrañas que la iba guiando, que la iba llevando hacia donde tenía que ir para liberarse de sus propias ataduras. Tuvo que hacerse chiquita para pasar al otro lado del bosque. Dejando atrás las ropas que ya no iban a quedarle, dejando atrás palabras viejas, y sintiendo de una forma nueva para poder acercarse a esa noche y a esa luna.
BELLO!
Me recordó al “Talitá kumi”, niña, levántate y camina. Animarse a salir a andar, abandonar el vestido de niña, que ya queda chico, andar en libertad!!
La llave
Una mujer tiene en su mano una llave que aún no sabe dónde usar, ni en qué puerta, ni en qué abertura. Solo sabe que abre y cierra. Cree que primero tiene que cerrar para poder abrir, pero tiene mucho miedo –aunque no lo reconozca-. ¿A qué? Alguna vez estuvo encerrada, alguna vez creyó que nunca iba a poder salir a la luz, a la calle, a su propia libertad. Pudo pero no sola. Había una voz de entrañas que la iba guiando, que la iba llevando hacia donde tenía que ir para liberarse de sus propias ataduras. Tuvo que hacerse chiquita para pasar al otro lado del bosque. Dejando atrás las ropas que ya no iban a quedarle, dejando atrás palabras viejas, y sintiendo de una forma nueva para poder acercarse a esa noche y a esa luna.
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BELLO!
Me recordó al “Talitá kumi”, niña, levántate y camina. Animarse a salir a andar, abandonar el vestido de niña, que ya queda chico, andar en libertad!!